Te lo explicamos con un ejemplo:
Un inversor invierte en cuatro empresas de reciente creación –A, B, C y D– con una aportación de 1.000 € en cada una de ellas. Con ello, el inversor accede a los incentivos fiscales a la inversión en empresas de reciente creación, lo cual le genera una reducción fiscal del 30 % sobre el capital invertido, es decir, 1.200 €.
Con el paso del tiempo, las empresas A, B y C reducen su valor a 0 €; si bien el inversor habrá perdido los 1.000 € invertidos en cada una de ellas, esta pérdida le generará un activo fiscal que podrá usar durante los cuatro años siguientes para compensar estas pérdidas con ganancias en otras empresas. Durante este mismo período de cuatro años, la empresa D aumenta su valor hasta 5.000 €, multiplicando por cinco la inversión inicial.
En este supuesto, y a la hora de hacer la declaración de la renta, los primeros 1.000 € de beneficio obtenido en la empresa D estarán exentos de impuestos, porque forman parte del capital invertido. El inversor tampoco pagará impuestos por ganancias de capital por el segundo tramo, de 1.001 € a 4.000 €, puesto que podrá compensar las pérdidas que sufrió en las empresas A, B y C, y que en total sumaban 3.000 €.
Finalmente, el inversor podrá ahorrarse los impuestos por los últimos 1.000 € si los reinvierte en otras empresas de reciente creación.